Carmen de Burgos: Ellas y ellos, o Ellos y ellas, contra el patriarcado.
“Hoy me gusta lo impensando, lo incierto; me atrae lo desconocido; el encanto del libro que no se ha leído y de la partitura que no escuchó jamás. No comprendo la existencia de las personas que se levantan todos los días a la misma hora y comen el cocido en el mismo sitio. Si yo fuera rica, no tendría casa. Una maleta grande y viajar siempre. Deteniéndome en donde me agradase, huyendo de lo molesto… aspirando el aroma de las cosas sin analizarlas. Eso de hacerse un palacio con cementerio y todo para vivir y morir en un mismo sitio me parece que nos asemeja a los moluscos”.
Basta con leer las pocas pero jugosas páginas de la Autobiografía con la que se abre la recopilación de novelas cortas de Carmen de Burgos editada por Huso con el título Ellas y ellos, o Ellos y ellas, para detectar que la almeriense no solo fue una pionera en muchos oficios, sino ante todo y, sobre todo, una mujer que luchó por ser ella misma en un contexto donde lo habitual es que las mujeres fueran “seres para otros”. En esa Autobiografía, publicada en 1909 a requerimiento del gran amor de su vida, Ramón Gómez de la Serna, lo deja muy claro: “Detesto la hipocresía y como soy independiente, libre y no quiero que me amen por cualidades que no poseo, digo siempre todo lo que siento y se me antoja. Así los que me quieren, me quieren de veras. Los que me detractan por la espalda, se quitan el sombrero delante de mí. Jamás pensé en el medro personal a costa de liberar o de abjurar de mis convicciones”. Menuda lección que todavía hoy estamos por aprender y que tanto me recuerda a la Clara Campoamor de Mi pecado mortal, el voto femenino y yo. “Me gusta todo lo bello, y la libertad de hacerlo sin afiliarse a escuelas”, nos dejó dicho Colombine.
Por Octavio Salazar Benítez.