La incorporación de la mujer al mercado de trabajo y al conjunto de los escenarios de la vida económica y social, una ardua tarea para sus protagonistas, pero un gran éxito de nuestra sociedad y nuestro Estado democrático, que han debido activar este proceso en mucho menos tiempo que otros países de nuestro entorno europeo, se ha producido con algunos desfases en el reparto de papeles y tareas familiares en el ámbito privado.
La actividad de las mujeres en el espacio familiar constituye aún el primer activo asistencial con el que cuenta nuestra sociedad para la atención de personas dependientes, sean menores, ancianos o discapacitados.
Este estudio es una reflexión sobre esa situación y una invitación para que mujeres y hombres avancemos en el proceso de compartir tanto responsabilidades públicas de naturaleza social, política económica, etc., como privadas en lo que afecta al mantenimiento del hogar y a la asunción de responsabilidades familiares y parentales. En ello nos va el éxito de buena parte de nuestro proyecto democrático de sociedad para el siglo XXI.