En el famoso santuario ateniense de Eleusis, el mundo antiguo rindió un culto edificado sobre una relación matrilineal, excepción única en todo el Occidente. Los orígenes agrarios de esta devoción avivaron la savia de la inmortalidad del alma pero, sobre todo, condicionaron el talante abierto y universal de sus santas patronas, Deméter y su hija Perséfone, de modo que cualquier persona, fuese cual fuese su condición, sexo y adscripción social, tenía acceso a los ritos eleusinos.

La subversión del amor recorre varios aspectos de las relaciones amorosas heterosexuales que normalmente pasan desapercibidos. El libro cuestiona los tópicos más comunes que muestran como estas relaciones se convierten en un campo de batalla de los sexos. Lejos de confirmarse la existencia de diferencias irreconciliables entre las mujeres y los hombres, la autora concluye que la experiencia del amor acerca a las personas y establece entre ellas un parecido que sobrepasa las diferencias de género.