Conocer los espacios que ella habita y la disposición de su casa significa conocer su pensamiento. A lo largo de este libro, el lector se podrá adentrar en los escenarios físicos de la vida cotidiana de la mujer en el siglo XVIII, desde la habitación más humilde -sin olvidar el burdel- hasta las grandes mansiones, converitdas a finales de este siglo en auténticos palacios. Y puesto que los lugares en donde la mujer habita pueden considerarse verdaderos testigos de los cambios sociales, representan las diferentes formas que ella tiene de vivir.