Partiendo de una urdimbre liberal, en que el feminismo se concibe fundamentalmente como el inamienable derecho de las mujeres al ejercicio de su autonomia y la sexualidad como una dimension esencial a ese ejercicio, Raquel Osborne se enfrenta con audacia, pertrechada de una informacion minuciosamente perseguida y analizada, a los problemas planteados por la pornografia y la prostitucion. Es decir, precisamente aquellas situaciones que de forma mas directa se relacionan con el trasunto de la discriminacion social de la mujer en el ambito del sexo.

La educación perpetúa las formas de comportamiento tradicionales. La autora señala las formas, muchas veces sutiles, de discriminación que esta educación genera, pero al mismo tiempo advierte que la enseñanza no discriminatoria no consiste en un modelo único para niñas y niños, sino que hay que valorar por igual las actitudes femeninas y masculinas para evitar que las niñas imiten el modelo masculino, más valorado socialmente, y renuncien a su propia identidad.