Para María Zambrano la filosofía era un desafío a la inercia de las cosas, a la inmovilidad de la realidad "de facto", una hazaña apasionada, movida por la fe en el poder del pensamiento y en su capacidad para disolver las rigideces de la existencia. Escribía sin tregua, incluso en los momentos más dramáticos, como si escribir fuera un modo de enfrentarse a los acontecimientos y de evitar que la sofocaran. Su obra filosófica es una reflexión rigurosa e infatigable sobre la vida, presenta la unidad de un organismo, no la de un sistema.

Reconstruir una tradición analiza y critica los fundamentos de la Historia del arte desde una perspectiva feminista y propone la recuperación de los nombres y las obras de las artistas del pasado. Lejos de limitarse a añadir sus nombres a los de los artistas, su propósito es mucho más ambicioso: establecer los criterios que permitan sacar a la luz una tradición artística femenina que atraviesa el tiempo y llega hasta nosotras.

"Mi feminismo nació hace mucho tiempo: antes de la universidad y la antropología, antes aún de la pedagogía y el trabajo remunerado. Comenzó cuando salía de niña con mi abuela materna y hacíamos juntas la travesura de tomar algo en un bar, o cuando admiraba la actividad pública de mi madre. No nació como respuesta herida a las humillaciones, sino como autoafirmación gozosa. Como experiencia de que el hecho de ser mujer era una forma maravillosa de ser persona. (...)"